miércoles, 10 de junio de 2015

Estoy en clase, y el aburrido soliloquio de la profesora me obliga a desviar la mente hacia la ventana 

con un único pensamiento: escapar. Observo, con cierta envidia, una pareja de gorriones que una vez iniciado el vuelo se emparejan una y otra vez en una extraña danza contra el viento. Ansió ocupar su lugar, conseguir huir de estas cuatro paredes. Físicamente, estoy aquí, por así decirlo entre los de mi especie. Si buscas mi mente, te costara encontrarme ya que si yo misma se donde esta. Aunque eso me gusta. 


Desde siempre se ha identificado las aves como seres sin ataduras. Volar es libertad, escapar de esta envoltura humana que no nos deja rozar las nubes sin rodearnos de artefactos. Bolar es no preocuparse de caer, porque te con fundes con el propio aire. Volar es no ser consciente de esa sensación de libertad, porque otra forma de vivir te parecería ilógica. Volar es no preocuparte de nada mas que tu y tu camino. Porque lo importante, al fin y al cabo, es el viaje, no el destino.


Quiero creer que los seres humanos hemos nacido para ser libres. Pero eso es imposible. Desde el mismo instante de nuestro nacimiento, nos encasillan acortando así nuestra libertad y dirigiéndonos hacia lo que debemos considerar correcto y lo que no.



Esto, va a cambiar.


                                                                                                                  JJ



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